lunes, 31 de diciembre de 2012

Harto de Messi

lunes, 31 de diciembre de 2012 3
Esta Navidad no hubo mucho Papanoel, ni películas temáticas en Canal 3, ni siquiera demasiada pirotecnia. Hubo sí saqueos en Rosario, pero ni siquiera eso alcanzó para que la carita de Lionel Messi dejara de aparecer día y noche en cualquier medio impreso, audiovisual o digital que se precie de tal. De milagro no lo vimos disfrazado de Santa Claus (poco faltó para que LaCapital.com.ar publicara una foto del futbolista posando con un gorro rojo, hasta que se descubrió que la imagen era de 2006). El impecable John Carlin escribió hace unos días que Leo Messi fascina al planeta cuando tiene el balón en sus pies y carece de interés público cuando no. Lo segundo no ocurre en Argentina, mucho menos en Rosario.

Era previsible que un tipo que hizo 91 goles en un año fuera elevado al rango de semidiós en el rincón del mundo que lo vio nacer. Pero resulta que a Messi lo sacan en camilla y es noticia de tapa, le emboca tres al Raja Casablanca y es récord de algo, firma quince autógrafos con una cara de traste inimitable y el video está en todos los portales, va a la casa de la tía y es el titular más leído del día, y no hay más sobre Messi porque nadie pudo averiguar si en Nochebuena cenó pollo o chancho. Messi, Messi, Messi y Messi, harto ya estoy de ese endiablado gambeteador.

El tipo es insuperable, no hay ninguna duda. Basta verlo acomodar el cuerpo después de meter un enganche imposible y antes de clavarla en el ángulo para entender que es imposible que exista otro como él. En este mismo blog alguien escribió alguna vez sobre el muchacho del diez en la espalda, por cuestiones extrafutbolísticas pero sin que el autor pudiese evitar dejar en claro su admiración por las cuestiones futbolísticas. Eran otras épocas, ahora ya cansó. No Messi, quien se muestra poco afecto a todo aquello que no incluya una pelota rodando delante de sus pies, sino los titulares que se enorgullecen de que nuestro rosarino haya batido el récord de asistencias en una temporada, el récord de goleador en mayor cantidad de finales, el récord de pichichis, el récord histórico de goles en una primera vuelta y el récord de platos de fideos comidos en una concentración del Barça. Los medios me hicieron odiar a Messi.

Hastiado estoy de ver su cara cada vez que prendo el televisor. Y es que no puede ser que alguien tan genial, que puede hacer cosas tan emocionantes sólo con sus pies y un balón, tenga además tanta suerte. No debería ser justo que un mortal con semejante don sea el poseedor de la mejor de las fortunas. Y con fortuna no me refiero al dinero, estoy seguro de que a Messi no le interesan demasiado las cuentas bancarias, las tasas de interés en Europa, ni siquiera el nuevo descapotable o una lanchita, a Messi solamente le importa la pelota, tener una pelota entre sus pies, tener pies para patear una pelota. No le interesan ni los botines Nike, ni Hugo Chávez, la muerte de un oso polar o El Hobbit a 48 fotogramas por segundo, le interesa la pelota.

Cuando hablo de fortuna me refiero a que el arquero del Benfica bien podría haber lesionado a nuestro héroe cuando le faltaban dos goles para alcanzar el record del Torpedo Muller. Y también que al tipo todavía le quedaban cuatro partidos para lograr la gran proeza, y va y los mete en el primero nomás. Dolina dice que Messi ni siquiera tiene la épica de otros futbolistas que consiguen una hazaña en el último minuto, con el hombro dislocado, el árbitro en contra y los once rivales colgados del travesaño. No, ni siquiera eso, Messi siempre la hace fácil. Gambeta grácil, pique imparable, sus compañeros se la devuelven redonda, tic tic, enganche milimétrico, zurdazo inalcanzable y el arquero contrario revolcado comiendo pasto. Todos estamos esperando en cada partido el mejor gol del mejor del mundo, y el tipo lo hace, listo. Está en otra dimensión. Tiene la suerte de Palermo y el Gallego González juntos, y el talento de Maradona y Pelé. ¿Cómo no odiar a alguien así?

Y si no tiene épica, menos todavía carisma, verborragia o siquiera temperamento. Cuando no hay una pelota a menos de cien metros Messi es anodino, desesperantemente insípido. Imposible que produzca un título decente, da igual escuchar una declaración suya de noviembre de 2009 o de ayer, siempre dirá lo que se debe decir en frases jamás superiores a las siete palabras. ¡Y ese peinado! En esa cara que no aporta nada, que parece un personaje de South Park, que bien podría estar sobre el cuello de una maestra de Instrucción Cívica o de un asesino serial mientras degolla degüella a su víctima, es lo mismo.

Y todavía queda mucho Messi por delante. Falta el record de Pelé y el campeonato del mundo con Argentina, falta que en una temporada haga solamente 32 goles y todos los programas deportivos se pregunten qué le está pasando, que erre un penal en las eliminatorias, que lo silben, que eluda a los once rivales él solito en una sola jugada, que lo ovacionen, que haga 105 goles en un año y que invente una nueva forma de pegarle a la pelota. ¿Qué va a hacer Messi en enero, cuando vuelva la liga? Un golazo, claro. Y dos asistencias. Como para no odiarlo. Pobre Messi.



POR HERNAN MAGLIONE

jueves, 29 de noviembre de 2012

El rediseño de La Gaceta de William

jueves, 29 de noviembre de 2012 5
La consultora Visión estaba integrada por un diseñador gráfico daltónico y por un periodista que se destacaba por sus problemas de sintaxis y ortografía, aunque descollaba por su paupérrima dicción. Viajaban por todo el mundo ofreciendo tres formatos de periódicos que usaban según su conveniencia: el sensacionalista, el conservador y el "popular sin mayores pretensiones". Se conocieron dos meses después de haber sido despedidos del diario donde trabajaban, aunque nunca se habían visto, porque rara vez concurrían al mismo. Juan Scarpio, el periodista, era un especialista en ecología y organizador de marchas en defensa del tatú carreta. Alensio Alugio diseñaba panfletos y revistas de distribución gratuita, porque no quería “venderse” a los grandes grupos empresarios. Ambos vivieron durante algunos años en La Miseria, una pensión que habitaba la bohemia artística y creativa. Y también ellos.

El diario
La gaceta de William había sido creada en 1807 por el pastor William O'Klein "para divulgar la palabra del Señor y fomentar el maltrato a los esclavos". Fundada en un pueblo con pocos habitantes alfabetos, fue conocido durante muchos años como "el único periódico que respeta la tradición oral". Sus textos, que mayormente se divulgaban de boca en boca, adquirían intencionalidades varias según el emisor del mensaje. De estilo conservador, tuvo en sus primeros años un rígido control de su contenido por parte de un comité de ética conformado por el mismísimo pastor y su hija, "la casta Margaret". Casi dos siglos más tarde ese seguimiento ético había dejado de hacerse. O'Klein y Margaret habían fallecido. Muchos años después, a comienzos de la década de 2010, William O'Klein XV pretendía mantener vivo el espíritu de su fundador aunque no su ideología. En tres años había cambiado cuatro veces de línea editorial. Fue, por ejemplo, ecologista en 2008, cuando los Verdes de Wichita pusieron un aviso dominical de página impar. Sin embargo, al poco tiempo defendió la instalación de la curtiembre Marshall, cuando sus dueños encargaron un suplemento, y se preguntó en tapa “¿Qué pretenden los sucios verdes?”. La búsqueda de una identidad era una constante y la pérdida de lectores un hecho que se acentuaba con el tiempo.

Las razones
El directorio de La gaceta no encontraba una explicación a la disminución de las ventas. En una de las tantas reuniones que se hicieron en el Salón de las Decisiones para evaluar este tema, el gerente comercial propuso publicar más suplementos de tejido y jardinería para “levantar la tirada”. El jefe de la planta impresora arriesgó: “Debe ser el papel… está viniendo muuuuuy malo”. La coordinadora de Marketing intentó con “hacer una campaña viral, a través de YouTube”. Y el mozo del bar de enfrente, que estaba sirviendo los cafés, dijo tímidamente “¿No tendrá que ver con el contenido periodístico?”.

“Muchas preguntas, pocos lectores” decía por esos días O'Klein XV, cuando no encontraba una explicación al dilema. Hasta que una noche en su casa abrió la Biblia y encontró la respuesta. En la página 48 había un volante de una consultora periodística. “Dejamos tu diario como nuevo” prometía el encabezado.

El desafío de Visión 
Scarpio y Alugio llegaron al diario con una serie de reconocimientos. Habían estado por América latina y el Caribe durante casi una década en varios medios impresos, muchos de los cuales ya habían desaparecido.

Para este trabajo Visión propuso una serie de reuniones a puertas cerradas. El hermetismo era tal que incluso una vez no pudieron salir de la oficina. La máxima de Scarpio, “Cuanto más sorpresa haya, más impactante será el cambio”, era en realidad, según sus propias palabras, “Si empiezan a ver cómo es la cosa, le van a buscar el pelo al huevo”.

Estuvieron así algunos meses, cobrando un sueldo superior al jefe de redacción, hasta que una tarde presentaron un pretencioso Manual de Estilo. Era un conjunto de hojas A4 abrochadas por el borde superior izquierdo. La primera era una carátula. La segunda tenía un prefacio. La tercera, una serie de agradecimientos. La cuarta una introducción. Y finalmente había dos páginas de desarrollo.

-Se preguntarán por qué tan poco, dijo el diseñador, que lo presentó ante el directorio. Taim is mani, dijo en un precario inglés sonriendo ante el auditorio.

Y leyó algunos ítems del capítulo “Consejos para que esto cambie”:
-Cambiaremos el formato a la mitad del actual. De este modo ahorraremos papel y espacio para llenar.
-Toda nota tendrá como máximo dos párrafos breves de cinco líneas cada uno. A la gente no le gusta leer.
-Los títulos incluirán, en lo posible, una duda. Para que el lector se interese hay que preguntar. “¿Sabías como le dicen al pastor?” es un buen ejemplo.
-Publicaremos una vez por semana un póster a dos colores, "La chica William", con una vecina ligerita de ropas.
-Hay que aprovechar la tecnología a full. Podremos copiar textos de Internet haciéndoles mínimos cambios. Es increíble cómo ahorraremos trabajo e, incluso, mano de obra.

La exposición siguió durante pocos minutos más hasta que concluyó con la presentación de un afiche.
-Este será el eslogan de la campaña callejera, gritó exultante. Así, en letras rojas y grandes, “Cambiamos porque usted cambió”, dijo orgulloso mientras señalaba una tipografía decididamente verde.

Luego de unos eternos minutos en que nadie dijo nada O'Klein XV comenzó a aplaudir tímidamente. En segundos eso se transformó en algarabía y en un canto futbolero: “No se va, La gaceta no se va, La gaceta no se va, La gaceta no se va!”. Todo en inglés, por supuesto.

Fuera del Salón de las Decisiones los periodistas, diseñadores y fotógrafos aguardaban expectantes. Eran las 22 y el diario estaba cerrando. Hasta que el director salió y dijo, efusivo:
-Muchachos… cambia todo! La edición de mañana sale con el nuevo formato y diseño!!!!

Decisiones apresuradas 
El primer número de la nueva etapa no se vendió como se esperaba. En realidad, no se vendió. Apareció tres días después de aquella noche y un día antes de la publicidad callejera que anunciaba el cambio.

Sin embargo a medida que los lectores conocieron el nuevo diario dejaron de comprarlo. Las ventas cayeron y algunos anunciantes desaparecieron. También muchos empleados emigraron en busca de otro medio donde trabajar.

Este desastre, no obstante, no pareció afectar a los descendientes del pastor O'Klein. A casi un año del rediseño, los integrantes de Visión estaban en un nuevo proyecto en Angola y el director de la Gaceta cerraba las puertas del bicentenario medio con un interrogante: “Tal vez la gente no esperaba ese cambio”.


POR JUAN C. ESCOBAR
 
Cinco Lucas en el Cabarute. Design by Pocket