jueves, 2 de diciembre de 2010

El dolor del cuerpo y del infierno

jueves, 2 de diciembre de 2010
En La Copa , la cena posterior al diario que muchos de los que escriben y leen este blog conocen, lo hemos comentado más de una vez con ironía. “Debemos incorporar un médico porque cada vez hablamos más de enfermedades”, dijo el Negro Lito una noche. Y es cierto. Contracturas, infecciones (que ahora nos desayunamos se llaman “celulitis” y se padecen más de la cuenta), gastritis, dolores varios y hasta hongos en las uñas de los pies. Todo se ha debatido en La Copa. Es más. Una noche creo que fue a Alvaro a quien le comenté mi teoría de que el diario es una institución enferma y enfermante. ¿Cómo se entiende si no que casi todos jefes, por ejemplo, se hayan enfermado gravemente durante su gestión? Problemas de corazón, presión por las nubes o una circulación casi obscena de psicofármacos son prácticamente una constante. También el acumular varios kilos de más. A un compañero al que quiero mucho le dije hace unos días y a riesgo de que me pegue una merecida trompada: “Tu panza me asusta, tu corazón me asusta, bajala de una vez. ¿Vamos a correr?”. Sólo me dijo que estaba en eso.

Y ojo, que digo jefes porque sí. Porque desde ellos hacia arriba y hacia abajo la cosa se replica en mujeres y varones de la redacción. Jóvenes, no tan jóvenes. Todos con algún dolor importante en el cuerpo.

También nos acercamos al tema un puñado de colegas con quienes nos reunimos hace pocas noches en la casa de Fabiana (La Chiru). Acá la cosa tuvo ribetes un poco más simpáticos. Una compañera contó cómo un ginecólogo, tal vez para romper el hielo, le comentó una nota sobre la que venía trabajando ella. El tema no tendría nada de curioso si no fuera que el profesional justo se puso a charlar del caso tras colocarle el espéculo. Situación incómoda si las hay para las mujeres, pero que nuestra compañera sorteó con dignidad. Ahí mismo entre las que habíamos acudido al aquelarre recordamos situaciones similares: con el pedicuro, con un clínico, con el dentista, con el cardiólogo. Parece que es todo un riesgo decir que se es periodista en un consultorio porque inmediatamente desaparece el cuerpo, el malestar o el dolor del cuerpo, y se instala la noticia del diario como el verdadero paciente.

Hasta ahí las impresiones que, sí, es cierto, no son privativas de los periodistas ni mucho menos de los de La Capital. Pero que se me fueron encadenando por estos días y que ayer, al escuchar la declaración de Stella Hernández en el juicio a Díaz Bessone, recordé y retomé.

Stella ahora es periodista, madre, esposa, militante y habló del cuerpo y el dolor. Habló de su cuerpo de 19 años primero golpeado, luego violado, abandonado, adelgazado, hambreado, deshidratado. Stella habló del infierno. Y lo hizo 34 años después con una dignidad, una pausa, una claridad y una fuerza que conmueven. Decir que fue duro escucharla me da pudor frente a lo que ella vivió. Intenté no llorar en la sala por respeto a ella. Pero me desarmó cuando en un momento, hablando de una protegida de la patota de Feced, Graciela Porta, y su hijito Andrés dijo: “Pobrecito, estaba con la cabeza llena de infecciones ese bebé”. Su “pobrecito”, su humanidad para separar las cosas y enternecerse aún hoy por esa imagen grabada en un momento de horror fueron para mí la más viva imagen de alguien grande. Las crónicas de los distintos diarios reflejan hoy muy bien lo que pudo contar Stella de su cruel historia. Por suerte La Capital estuvo allí. Digo “por suerte” porque lamentablemente el diario para el que trabajo no vino cubriendo bien los juicios a los represores en Rosario: ni siempre, ni con el mejor despliegue ni de la mejor forma. Y eso da vergüenza, hiere y deja marcas. El diario no puso el cuerpo, sí por suerte varios compañeros, pero el diario como medio no. Entonces vuelvo a mi hipótesis del principio. El diario enferma. No saldremos indemnes de eso no dicho y no exorcizado. “Lo que no se pone en palabras se pone en el cuerpo”, dice una frase remanida. Por ahí baste con que lo pongamos en el papel y en la web.

POR LAURA VILCHE

foto de Gustavo de los Ríos

5 comentarios:

Hernán dijo...

Problemas de corazón, de cabeza, de caspa o de celulitis se superan sacándolos afuera. Aunque no desaparezcan del todo, se van dejando atrás, hasta volver el mundo un poco más manejable. Sacándolos afuera, como hizo Stella, hablando. O escribiendo. Escribiendo. Empecinadamente escribiendo. Aún no entendiendo exactamente de qué o por qué o hacia dónde. Escribiendo. Escribiendo y escribiendo.

Sonia dijo...

Querida Laura: nuestro cuerpo, lo único que realmente tenemos, es transparente. Somos eso, y claro, eso significa también lo que hablamos, lo que escribimos, la capacidad para superar el dolor. Me encantó lo que escribiste, lo que rescataste de esa intensa declaración, y cómo pudiste enlazarlo con aquello que te provoca malestar en el diario. Un lugar donde muchas veces no se habla, ni se escribe, del conflicto. No soy quién para hablar del por qué, no estoy ahí, y admiro a muchos de sus periodistas que se empecinan en mejorarlo, en ponerle el cuerpo. En fin, me emocionó. Besos y abrazos. Aguante el Cabarute.

Juan dijo...

No deja de ser un poco inexplicable la ausencia de cobertura en algunos de estos juicios, o el escaso espacio destinado a tantos otros.
Cada una de las frases, de los tramos del testimonio de Stella, nos llevan a imágenes terribles, cargadas de angustia y de dolor.Imagino lo que debe haber sido estar allí.
Me interesó la hilación de las cuestiones casi domésticas de las enfermedades y los achaques de la primera parte con el tramo final. Y me gustó, además, de que hubieras elegido este tema para que también, en este pequeño espacio,haya un huequito para recordar, y no olvidar, ese oscuro pasado. Con sus víctimas y victimarios.

silvina dijo...

Siempre recuerdo a la gente que me estimuló de distintas maneras para iniciar mi camino en la fotografía y también, ya trabajando como correctora en el diario, para decidirme por el fotoperiodismo. Creo que a cada uno, en distintos momentos, se lo recordé y se lo agradecí. Stella Hernández es una de esas personas. Stella, que ya tenía una vasta experiencia en el diario, me hizo más fácil el camino para una sección (Fotografía) en la que estaba vedado el terreno a las mujeres. Le agradezco públicamente en este sitio esos gestos suyos. Me decepciono y me frustro muchas veces, pero sigo disfrutando y eligiendo el fotoperiodismo. Stella es una persona que escucha y que se hace escuchar, como en su testimonio. Es una persona generosa, grande. Stella fue una gran compañera y amiga de Isolda, Isolda era feliz y estaba orgullosa de tener una amiga como Stella. Isolda también padeció los dolores en el cuerpo pero seguía eligiendo la vida y ponía en eso su energía. Dos mujeres grandes.
Ya te lo dije Negra, me gusta la forma en que fuiste hilando el texto. Conmueve e inquieta.
También me hubiese gustado leer más y mejores crónicas de los juicios a los represores en el diario. Pero no el diario como institución, al diario, según entiendo, lo hacemos todos. Sería mejor no poner el cuerpo, pero mientras tanto hay quienes sostienen más que otros. Escuchan, miran y escriben más que otros. Y entonces, claro, cómo no va a doler.

alvaro dijo...

Muy bueno y contundente tu post Laura. Me costó leerlo porque ya no veo bien las letras chiquitas, pero no es nada comparado con los dolores de cintura. Creo que es hora de reemplazar la copa por el suero. De verdad excelente y coincido con Soña sobre el foco que hiciste en el testimonio. El diario es una institución, a veces, perversa. Y eso a más de uno le viene muy bien como excusa. Es emocionante, por eso, en el tema de los juicios y otros, la actitud de los compañeros que, además de hacer el trabajo cotidiano que los convoca en sus secciones, se hacen tiempo para militar de la mejor forma que lo puede hacer un periodista de La Capital: peleando para que las cosas en las que cree se reflejenen el diario. Acá mes sumo totalmente a lo que dice Silvina. Y agrego: mientras muccos sostienen, escuchan, miran y escriben más que otros, hay unos cuantos que hablan más que otros.

Publicar un comentario

 
Cinco Lucas en el Cabarute. Design by Pocket