jueves, 25 de noviembre de 2010

Tres episodios infantiles

jueves, 25 de noviembre de 2010
Luis Espósito estaba en el bar, frente al diario. Lo acompañaban un vaso de ginebra y el suplemento infantil Pido Gancho, que La Capital publicaba a mediados de los 90.

Me miró a los ojos y me dijo, desafiante:
-Este sí que es un suplemento infantil, no como el que salía antes acá…¡que era un desastre!
-Y sí… -dije, mirando el aspecto acuoso del contenido de su vaso.

Lo que Espósito no sabía era que yo había formado parte de aquel desastre y que ante semejante afirmación no quería decepcionarlo.

A fines de los 80, casi por casualidad, comencé a colaborar junto a mi amiga SB en La Capital de los Chicos, un suplemento que el Decano publicaba los domingos.

En blanco y negro, lo que lo hacía escasamente atractivo para los niños, el suple tenía una estructura bastante inmodificable, un lenguaje rígido y unas ilustraciones semejantes a las revistas infantiles de la Unión Soviética. Feo.

La experiencia, que sólo duró poco más de un año, fue originada por un publicitario que, a pesar de todo/s, tuvo algunos colaboradores y colaboraciones interesantes.

Ese no era nuestro caso.

El espacio a cubrir era la contratapa. Para la ocasión formamos la simpatiquísima firma “Juan y Silvia”. Una elección nuestra, tal vez por falsa modestia. Quizás, y sobre todo, para evitar la publicación de nuestros apellidos. Escribimos cuentos, algunas notas didácticas (cómo se imprime un libro, por ejemplo), y perdibles entrevistas al entonces intendente Usandizaga, al dueño de un paupérrimo circo mexicano (del que recuerdo a un payaso que también era trapecista y gorila), a Nilda de Siemenczuk y a Juan José Maurizi, entre otros.

Pero vayamos por Maurizi.

Las plantas y los vegetales
Fue un miércoles temprano en Parques y Paseos, donde hoy está el Museo de la Ciudad. Allí Maurizi, un botánico que por entonces colaboraba en LT8 y canal 5, era director de la repartición. Lo conocía por sus consejos mediáticos pero poco sabía de su personalidad.

Ya en su oficina, sólo recuerdo que apenas prendí el grabador me dijo algo así como:
-Qué bien que tengo que explicar cosas para los chicos, así de paso les enseño a estos burros…

Los asnos en cuestión eran sus subalternos, que estaban fuera del despacho mirándolo burlonamente detrás de un ventanal.

La entrevista fue una eterna hora de tensión. Maurizi contestaba mis profundísimas preguntas, del tipo “¿Qué diferencia hay entre una flor y una hoja?” para luego tomar el grabador, rebobinar y llamar a un empleado para reproducirle la pregunta. Era algo así como un viejo curso de idiomas en casete.

-¡Aprenda, Miranda, aprenda! ¡No saben nada, no saben nada! gritaba al aire y a un sufrido jardinero que, pienso, tenía ese trabajo como podía tener cualquier otro, sin mayor preocupación por los estigmas o pistilos.
 
A Miranda lo sucedieron dos sujetos más que entraron aterrados a su oficina. Y siempre con la misma tortura. En algunos casos no esperaba respuesta alguna, sólo se limitaba a reproducir sus dichos y hacer un ademán con los índices de sus manos, como musicalizando sus palabras con una batuta.

Quería irme. Pero temí ser decapitado por una tijera de podar.

Ya hacia el final, en un tono más distendido, le pedí si me podía explicar cómo plantar una planta. Eso. Con una sonrisa me dijo que dibujara lo que él me iba a indicar. Hice lo que me pidió, por supuesto. Todo venía muy bien hasta que tomó mi papel y dijo ¡¡¡Nooooo!!! No sé a qué se refería pero redibujó todo, con peor y nervioso trazo. Y me dijo:
-Esto, así como lo ves, quiero que salga en el diario… ¡que salga mi dibujo!

Algunas preguntas quedaron en mi cuaderno. El dibujo no se publicó, y la entrevista pareció muchísimo más distendida, cordial y amable de lo que fue. Del tono “¡Chicos, con ustedes, el jardinero Juan José!”.

El decálogo del cooperativismo
Nuestra preocupación para que los chicos sean solidarios e hicieran sus primeros pinitos en la cooperación dieron por tierra cuando publicamos una entrevista a un integrante del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

Aún no recuerdo por qué razón, pero algo de espacio faltó para llenar aquella contratapa. No sé si no había fotos o qué, pero el editor debió echar mano a un recorte que, a manera de recuadro, acompañó nuestro texto con algunas máximas erróneas o decididamente contrarias a las ideas del entrevistado.

Lo peor es que no eran cuestiones secundarias. Allí estaba en juego la mismísima definición de la palabra cooperativa. El error se vio multiplicado por miles cuando la revista Humor, en una sección que señalaba las erratas de la prensa, reprodujo los recortes y sus notables diferencias.

Recuerdo que apenas la compré y vi eso, la cerré, la guardé en una caja y jamás la leí. Tal vez imaginé que de esa forma pasaría a formar parte del olvido y nadie la encontraría.

Reviglio y el Pato Donald
Tal vez uno de los probables entrevistados que más dificultades nos presentó fue el entonces gobernador Víctor Reviglio. Algo así como siete posibilidades concretas de encontrarlo fueron frustradas por motivos varios.

No era que su opinión nos interesara sobremanera, pero ya habíamos entrevistado al intendente Usandizaga al final de su mandato y queríamos tener la palabra del gobernador. Aunque el gobernador sea Reviglio.

No voy a contar todas las ideas y vueltas, pero quiero dejar esta imagen final para cerrar estas historias de esta etapa periodística (?).

Era el supuesto día de la entrevista. Lo teníamos a escasos dos metros en la Gobernación. Hablamos con uno de sus jefes de prensa. Se acercó al mandatario y éste, rodeado de unos cinco colaboradores dijo claramente “No. Hoy no tengo ganas de hacer de Pato Donald” e hizo algo así como cuac-cuac mientras giraba sobre sí mismo y los demás reían a carcajadas.

Nuestro contacto se nos acercó y muy seriamente nos dijo:
-El gobernador me pidió que les dejen las preguntas por escrito, porque hoy tiene una agenda muy ajustada.

POR JUAN CARLOS ESCOBAR

9 comentarios:

Unknown dijo...

Genial, Juan. Me hizo recordar un episodio con Maurizi, en una de las primeras notas que salí a hacer. Me recibió en la casa diciendo algo así como "por fin le dan bola a mi trabajo" y después me hizo sentar en un escritorio, me preguntó cuántos años tenía, me trajo una entrevista que le había hecho en La Nación y me dijo: "Tomá, copiá que esto está bien hecho". Me hice un rato el que copiaba y no sé cómo logré que finalmente me respondiera lo que le había ido a preguntar. Qué tipo loco...

La Negra Vilche dijo...

UH Juan me hiciste acordar del Pido Gancho y esa época, los primeros pasos en el diario! Lo hacíamos con Marcela Isaías, Luis Espósito, Juan Manuel Alonso y yo, entre otros. Ahora lo veo tan feo!!!!!, como tantas cosas que uno escribió allá lejos. Eso sí laburábamos mucho: mientras lo hacíamos aún dábamos clases así que los chicos nos daban letra a cada minuto. Y lo claro era que no ibas a ser literatura didáctica ni hablarles como a bobos (el suple de Teresita Lardizabal era aun peor que los nuestros!) Me hiciste reír con las notas, las preguntas y el diseño típico del realismo socialista. Me pregunto, ¿por qué imaginaban que a un chico (de esa época o de ahora) podría interesarle escuchar a Maurizi (que personaje!), al Vasco o Reviglio? ¿O que a ellos podrían interesarle los chicos? Lo del Pato Donald una perlita. Tal vez haya que barajar y dar de nuevo y hacer alguna vez algo bueno desde la gráfica local para los chicos. Te desafío y tiro ideas: la primeras entrevistas podrían ser: "En que andarán...Tito y Pelusa"; copiamos la de Nilda de tu suple total, la Sra. sigue en pie; reemplazamos a maurizi por Mottura y como cierre una con mucha onda: "Entrevistas a los jefes de bloque del Concejo". Ah, la diagramación se la podemos pedir a Guillermo Kolleston 2000. ¿Como la ves?

Juan dijo...

La idea de entrevistar a esos personajes era por lo que podrían llegar a decir (o por su función) más que por ellos mismos. Creo que muy pocos chicos sabían quién era Maurizi. Lo que nos interesaba era que el loco (en el literal sentido de la palabra)nos diera letra para que los pequeños lectores sepan cómo cuidar un jardín y otras yerbas (en este caso no es literal).
Pido Gancho al lado del que describí tenía un aspecto más progre y una estética algo dark.
No me acuerdo de Teresita Lardizábal. Sí de una tal Teresita Peralta, que escribía cuentos muy naïves con -por supuesto- una moraleja final.
A todo esto, Tito y Pelusa siguen en el 3?, el aloe es bueno para los niños?, de qué trabajan los concejales?

La Negra Vilche dijo...

Peralta, sí, TEresita Peralta era!!!! Gracisa por corregir el error. Y con respecto a tus preguntas finales: todo eso será parte de la "investigación periodistica", Juan.

Hernán dijo...

¿Cómo superar el relato de la potencia de Maurizi aporreando a sus empleados/víctimas? Impresionante Juan. Quince años después dan ganas de ir corriendo a consolar a esos pobres diablos. "Qué bien que me vienen a entrevista para los chicos, así les enseño a estos burros..." "Aprenda, Miranda, aprenda..." Parece la mesa de tormentos.
Tuve mi propia anécdota-Maurizi de cuando laburé de movilero en Canal 5. Fuimos un día a hacer una nota no sé por qué cosa de la primavera. El tipo hablaba de la polinización, de la miel como excreción de insectos chupadores de plantas y de repente se le da por graficar y dice: "...Por ejemplo, la abeja, cuando garca..."
Hubo que cortar y repetir la nota

Diego Fernetti dijo...

Por alguna razón se cree que los niños están interesados en leer reportajes, o verlo al intendente participando en los jueguitos de un programa de TV. Si mal no recuerdo, de niño siempre me aburrieron las entrevistas, y eso que hacíamos un diario en casa (el nunca bien ponderado "State"). Los niños se sienten atraídos por la crónica, las descripciones truculentas ("que dientes TAN GRANDES tenés, abuelita") Siempre me imaginé que el suplemento infantil ideal es ése que cuenta cosas raras o espantosas, francamente nunca le vi la gracia a los típicos crucigramas infantiles: "1 Vertical: Creador de la bandera nacional", mientras que hubiera sido fabuloso leer "Dragón devora a anciana que pregunta a los niños si quieren más a papá o a mamá".

Juan dijo...

Bueno, a propósito, me acuerdo que en mi niñez el tema preferido por nuestra barra eran los cuentos y las películas de terror. Pero no había ninguna publicación de ese tipo para chicos. Debíamos contentarnos con esperar que canal 5 algún sábado pasara cinco películas en continuado de Frankenstein o escuchar, entre asombrados y expectantes, las historias de la abuela de un amigo que nos hablaba de apariciones, luces malas, lobizones y varios etcéteras.
La vieja siempre terminaba sus relatos con una sonrisa y un "que duerman bien". Una especie de Ibáñez Menta en versión femenina. Hubiera sido la editora ideal para algún suplemento que incluya algún crucigrama como el de la última definición. Y, por qué no, ser a la vez la anciana que, sin mayores remordimientos, haga la pregunta sobre los padres.

alvaro dijo...

Lástima que Reviglio no quería hacer de Pato Donald, podría haber contado en la entrevista cómo pensaba renacer como el Ggato Félix. Brillante, como siempre, Juan. Me encantó el párrafo: "Lo que Espósito no sabía era que yo había formado parte de aquel desastre y que ante semejante afirmación no quería decepcionarlo". Me pasó más de una vez. Está bien, no hay que decepcionarlos

Sonia dijo...

A carcajadas, Juan, me reí de tu nota. Entre la estética del realismo socialista, el afán de no decepcionar a tu interlocutor, el loco de Maurizi y el imperdible final de Reviglio, me voy a dormir con una amplia sonrisa. Saludos!

Publicar un comentario

 
Cinco Lucas en el Cabarute. Design by Pocket