lunes, 2 de agosto de 2010

Control

lunes, 2 de agosto de 2010
“Mintamos pero con control”. Alejandro Cachari suele ser ácido en sus comentarios en Radio 2. Esta vez hablaba del despido de Maradona y de las versiones, publicadas por ejemplo en Clarín, de que la salida del Diez de la conducción técnica del seleccionado obedecía a que el gobierno le había soltado la mano a raíz de un supuesto desplante a Cristina, que lo quiso llevar a la Casa Rosada a su regreso de Alemania.

Cachari se quejaba porque, los que ahora abonaron esta hipótesis, días antes decían que la continuidad de Maradona estaba asegurada, justamente porque tenía el respaldo oficial.

Es decir, desde la óptica de Alejandro -¿y si lo mandamos a 6, 7, 8?- tenían un discurso preparado para cualquiera de las dos posibilidades: si se fue es por culpa del gobierno, si se quedaba también.

Algo serio debe pasar con la credibilidad de los medios si un periodista insta a “mentir con control”. Lo interesante es que Cachari se hace cargo. “Mintamos” asumió.

Uno podría escudarse en que es un problema exclusivo de los periodistas deportivos, ámbito donde esto de las versiones, los potenciales, las operaciones -business are business- corren como en ningún otro. Pero no es así.

A ver: ¿cuántas noticias realmente importantes, de esas que cambian la vida de la gente, escribimos por día? ¿Cuatro, cinco, seis, diez? Sin embargo, medios como La Capital o Rosario3.com publican de setenta a cien títulos por día.

Podría pensarse como un problema la cantidad de espacio que hay que llenar: decenas de páginas en los diarios, casilleros en las homes de los portales, minutos en canales de noticias que transmiten las 24 horas. Pero es también una bendición: ¿cuántos periodistas tendrían realmente trabajo si sólo se informara de lo verdaderamente trascendente?

Entonces aparecen las “novelas”: la de Riquelme, la de Zlatan Fernández, la de Braghieri y Burdisso, la de Maradona y el gobierno, la de Ricardo Fort y Tinelli, la de cuál de los Kirchner va a ser candidato, la de si Reutemann dice sí, no o ni.

No es que sean fruto -al menos no exclusivamente- de la ficción. No es que estas historias surjan de la imaginación de periodistas dispuestos a parir noticias de un repollo. Pero muchas veces a partir de una versión, una operación de un representante de un futbolista que busca destino, un comentario de un político interesado, se escriben líneas y más líneas que después alimentan tapas de diarios, programas radiales y arduos debates televisivos.

Eso, podría pensarse, es “mentir con control”. En realidad no se trata de mentiras, sino de una dosis de especulación que está dentro de las reglas de juego no escritas de este oficio. Una línea que, entiende Cachari, algunos traspasaron en estos días con el tema Maradona.

¿Sólo con este tema? La idea de que los medios mienten con descontrol -o de que al menos algunos lo hacen-, y en cuestiones de mucho mayor peso político, se viene instalando con fuerza desde el conflicto por las retenciones agropecuarias a esta parte.

El discurso del gobierno nacional en ese sentido encontró campo fértil: la actitud de los propios medios a los que acusa y que, efectivamente, actúan con descontrol e irresponsabilidad informativa, sobre todo cuando entran en juego sus propios intereses económicos, como en los temas ley de radiodifusión o Papel Prensa.

Lo paradójico del asunto es que los propios empresarios -y los periodistas que se prestan al juego- terminan dañando el capital más importante que tiene una empresa periodística, el que le da real sustentabilidad en el tiempo, más allá de leyes y regulaciones: la credibilidad.

¿Por qué lo hacen? ¿Realmente pasa por los medios de comunicación su negocio? ¿Por qué y para qué, con qué verdadero interés, se meten en esta actividad?

Una anécdota publicada por Juan Escobar en este blog hace un par de días lo grafica con toda crudeza: cuenta de uno de los dueños de un diario que ordena “inflar” los resultados de un candidato en una encuesta falsa a como dé lugar. No le importa que la consultora no exista, que los números sean inverosímiles, ni los reparos a que la suma de los postulantes supere largamente el cien por ciento. La realidad, en todo caso, es sólo un pequeño obstáculo a sortear.

Es un ejemplo simple, claro, concreto y cercano. Como para que Cachari pida sin vueltas: “Mintamos pero con control“.

POR DAMIAN SCHWARZSTEIN

foto: Presidencia de la Nación, licencia Creative Commons Genérica 2.0

8 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta este trabajito de webmaster del blog... ¡Ahora lo edito a Schwarzstein! ¡¡¡Pelado, te metí dos comas!!!

Hablando en serio (¡qué serios que son tus posts!), totalmente de acuerdo con eso de que las empresas periodísticas constantemente apedrean su propia credibilidad, que es su único capital.

Un abrazo

Juan dijo...

A veces la mentira no logra ocultarse, por más bien dibujada que esté. El tema es que mucha gente se da cuenta de estas cosas, que antes sólo parecían ser de dominio de unos pocos. Creo, también, que la pérdida de lectores de algunos medios (Clarín, por ejemplo) a veces obedece a esta notoria forma de mentir. Y que los lectores cautivos ya desaparecieron hace tiempo. Gracias por la referencia!

alvaro dijo...

Esto está fuera de control, pelado. Muy buena, como siempre

Hernán dijo...

Este es uno de los caminos que me parece más puede garpar en el cabarulo. Meternos con las cosas que hacemos, sabiendo que si hacemos trabajo para ser puesto a circular públicamente, la crítica es algo esperable, duela un poco más o menos.
Además la crítica es lo que hacemos todo el tiempo, nada más que en general no se publica masivamente.
Todos los que me dijeron que les gustó este post, ¿por qué no lo ponen acá?

Anónimo dijo...

Ey, Alvaro, que buen post! Es un placer leerte. Besos. Sonia

elpolaco dijo...

"Pero es también una bendición: ¿cuántos periodistas tendrían realmente trabajo si sólo se informara de lo verdaderamente trascendente?". Inapelable. Creo que la precarización de la profesión periodística está comenzando a mostrar todos sus dientes escondiéndose en cuestiones tecnológicas. Y no me refiero a precarización laboral sino del laburo en sí y sus consecuencias en las sociedades en las cuales, más allá de ser periodistas, también vivimos. Beso pelado

alvaro dijo...

Es pun placer leerte a vos y al pelado, Sonia. Lo leía al pelado y pensaba en vos pero, ¿quién soy yo?

Anónimo dijo...

Vos Alvaro, sos un fenómeno. Y el pelado también. A mí me encanta haber conocido gente como ustedes...
Sonia

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