domingo, 18 de julio de 2010

Las remeras azules

domingo, 18 de julio de 2010

Hace muchos años, un oyente extrañamente convencido de atesorar un secreto ancestral le preguntó al aire a Osvaldo Bazán qué opinaba de los homosexuales. Usó el tono zumbón de la ironía pedorra, esa que pretende astucia, convencido quizás de estar arrastrando del fondo del placard a quien en rigor nunca ocultó sus preferencias ni detrás de una mesa ratona.

No le salió. La respuesta fue: “No opino nada, como tampoco opino nada sobre los que usan remeras azules”. Una afirmación tan limpia y clara, que no parece necesitar demostración. Sin embargo, por esas cosas de Dios, fue puesta a prueba una y otra vez.

El propio Bazán, que no opina nada de la homosexualidad, escribió uno de los más brillantes libros de historia sobre el tema, clave además para entender por qué hay que consagrar el derecho a que no sea materia opinable la decisión individual de hacer de cada culo un pito. Si quiere, claro está.

Pero como lo más difícil del mundo es pensarlo, la evidencia se vio forzada a ser discutida y convertida en categoría. Lo concreto pensado, diría Marx, a quien, como anotación al margen, no le gustaban los putos. (Tampoco consideraba que los habitantes nativos de las colonias fueran sujetos racionales pero echémosle la culpa a los prejuicios del momento y sigamos con los nuestro).

La semana pasada, felizmente, lo inopinable se institucionalizó con la votación favorable al matrimonio gay al cabo de un histórico debate parlamentario.

Hay un compañero de redacción y copas que sigue la transmisión de los debates parlamentarios con la misma pasión con la que mira el fútbol para todos. Un yeite, cabe decir, que se extiende en estas buenas épocas en las que la discusión política volvió a tener rating.

Pero, como él mismo confesó, no se enganchó en este partido como para aguantar la madrugada frente a la TV. Comulga (perdón) con la causa y saludó enfáticamente su victoria. Pero como espectáculo de esgrima argumental, el debate lo aburrió tanto como una discusión sobre remeras azules. Como debería haber sido desde el principio.

POR ALVARO TORRIGLIA

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